Muchos son los insultos, vejaciones, desprecios o acusaciones que reciben los cristianos durante todos los días, ya que, si lo han sufrido durante todos los siglos y su profeta lo experimentó en carne propia, ¿por qué los cristianos de hoy van a librarse? Pero una cosa muy distinta es que, además de padecer los malos modos de cualquier persona que no esté de acuerdo con sus creencias, las instituciones además den cabida, espacio y den voz a esas vejaciones que no tienen ningún sentido pero ni las que lanzan a los cristianos, ni a los musulmanes, ni judíos, etc.
Y eso es lo que ha hecho la alcaldesa de la ciudad condal, Ada Colau, la que ha dado cabida a un insulto continuado a través de una hiriente versión del padrenuestro elaborado por la escritora Dolors Miquel en los Premios Ciudad de Barcelona. Y dicha responsable del consistorio, en declaraciones posteriores, no se le ocurre mejor declaración que seguir apoyando dicha acción.
A esta señora nadie le habrá dicho que cuando se llega a gobernar, y más una ciudad tan multicultural y cosmopolita como lo es Barcelona, que su gestión no debe tener distinciones entre ciudadanos que le han votado o no, de los que son independentistas o nacionalistas, los que son cristianos o musulmanes. Cuando se ganan unas elecciones y uno se sienta frente a una mesa donde tiene que tomar decisiones y gestionar los recursos que posee, el único término que debe existir en la mente es el de "ciudadanos". El resto de pensamientos, creencias e ideologías deben de carecer de sentido y pasar a un segundo plano por el bien de la ciudad y prosperidad de sus integrantes.
Por todo ello creo que, lo que debe primar en el pensamiento de un gobernante o dirigente son valores como la educación, el sentido común, la sensibilidad, la responsabilidad y por supuesto el respeto hacia los demás.
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