05 febrero 2016

Más allá de los colores

 






   No termino de entender la causa por la que muchos atacan literalmente las ideas, propuestas o gestiones de otros dirigentes por el simple hecho de estar sentado en una posición frontal y pertenecer a otras siglas. Me resulta un tanto patético y deleznable a la vez que ruin. 
   
   A medida que va transcurriendo la semana, la lectura de los medios de comunicación me va produciendo más asombro. A nivel autonómico unos proponen una idea que en otra comunidad pueden llevar a cabo y sin embargo no lo hacen, pero es que quienes pertenecen a un partido de otro color critican una gestión que están llevando a cabo en otra ciudad donde gobiernan. Para volverse locos.
   
   Realmente la clase política ha perdido la clase y el saber estar. Con rotundidad afirmo que las sedes de los diversos partidos políticos de nuestro país se han llenado de personas carentes de valores, y ni que decir tengo de formación e información y cultura. 
   
   Yo sé que otra política es posible, aunque me tachen de soñador e incrédulo, sé que es posible porque desde el cargo que represento lo intento llevar a cabo. Si hay alguien que propone alguna idea interesante, sea de la ideología que sea, si es positivo para mi pueblo, el único tiempo que hay que perder es en pensar en la logística para llevarla a cabo para su óptimo funcionamiento. 
   
   Recuerdo a los padres de la política, los griegos, los cuales eran personas que conocían su pueblo a la perfección, así como sus habitantes y sus necesidades, personas formadas y educadas que velaban por el bienestar general de una ciudad a la que amaban por encima de todo y de todos. Estos son los valores que algún día podrían volver con el tiempo. Algunos me dirán que los políticos no son así pero, ¿en la rutina de cualquier persona en cualquier puesto de trabajo vela por el bienestar común, o no ve más allá de los colores? Los políticos desde su punto en la pirámide de la gestión y el pueblo desde el suyo, podríamos hacer más fáciles las cosas y no atacar a nadie por no su manera de pensar o sentir.

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